El 2 de diciembre fue declarado, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud. Es muy importante recordar que, en este momento, en el s. XXI, millones de personas son tratadas como mercancías, esclavizadas en plantaciones, minas o burdeles. Sometidas a todo tipo de privaciones, sobreviven como pueden en un infierno diario difícilmente imaginable.
Contra la esclavitud, contra la tortura y contra la violencia.
El 2 de diciembre, también queremos recordar otro tipo de esclavitud, que no por ser menos visible es menos violenta o menos dolorosa: aquella a la que somete el ser humano al resto de animales. Perros encadenados de por vida, vigilando un chalet o una fábrica; tigres deambulando de ciudad en ciudad en el carromato de un circo, con las garras amputadas, recorriendo los escasos metros de que disponen una y otra vez, de forma compulsiva; primates en laboratorios de vivisección, locos de terror al oír que la puerta se abre; orangutanas encadenadas a la cama en un burdel de Asia; gallinas ponedoras enloquecidas en minúsculas jaulas en batería; caballos que han pasado toda su vida tirando de un carro para, finalmente, acabar en la cadena de despiece de un matadero. Seres anónimos, olvidados y reventados.
Hemos convertido a todos esos animales en enfermos, física y psíquicamente. Los hemos encarcelado por no pertenecer a nuestra especie. Los tratamos como instrumentos, como objetos que no pueden sentir ni sufrir. No existen, no importan, son invisibles para la sociedad humana.
Por un mundo más justo, por el fin de la esclavitud, por todos los animales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario