miércoles, 1 de julio de 2009

El naufragio económico de los inmigrantes

El antropólogo Miguel Pajares analiza el naufragio económico de los inmigrantes en España.

A las ventanillas de las asociaciones que proporcionan ayuda a inmigrantes ya no se acercan sólo mujeres o recién llegados que se sienten perdidos en su nuevo país de residencia. Ahora menudean también los varones que llevan bastantes años en España -algunos, incluso, cuentan con la autorización de residencia permanente-, pero que han perdido su empleo. Estos nuevos demandantes han contribuido a un aumento inusitado de solicitudes de ayuda que, sólo en Cáritas y en 2008, superaron en un 50% las recibidas en 2007. En Cruz Roja Española los porcentajes no son más tranquilizadores. Maika Sánchez, responsable del plan de empleo de la organización, asegura que en el último trimestre las solicitudes de información laboral crecieron hasta un 150% en muchos puntos de la red.
Desde la ONG Aicode, que procura atención a los iberoamericanos, el nicaragüense Octavio Sanabria, su vicepresidente, tampoco aporta una imagen más amable. «En la asociación hemos visto llorar a hombres de 'ñeque', hombres duros. Aquí tenemos colas de gente solicitando trabajo y colas de gente que ha perdido el paro que le corresponde. Y es muy duro ver que un padre, en otro tiempo mano de obra bienvenida, no puede llevar el pan a su casa».
La España que acogió en una década dorada, de 1997 a 2007, a más de 4.500.000 inmigrantes, un tercio del saldo migratorio de la Unión Europea, parece ahora darles la espalda. Si el paro creció entre los españoles un 2,7% en el primer trimestre del año, entre los extranjeros lo hizo un 7,1%, hasta situar su tasa de desempleo en el 28,4%. El antropólogo Miguel Pajares, que ha dirigido la edición 2009 del informe 'Inmigración y mercado de trabajo' -editado por el Observatorio Permanente de la Inmigración- intenta quitar hierro al asunto alegando que la tasa de paro entre los extranjeros es mayor porque se ha incorporado más gente a la búsqueda activa de un empleo. «Cuando uno de la familia pierde su trabajo, otros se ponen a buscar. Por ejemplo, el mayor aumento de parados se ha producido entre los marroquíes, y sus mujeres, cuyos niveles de ocupación eran muy bajos, se han lanzado a la calle», explica. Aunque muchas de estas mujeres llevaban tiempo en España, hasta el año pasado no se decidieron a salir del hogar. Las asociaciones constatan que se han multiplicado sus consultas sobre empleo y su interés por aprender español.
Pese a la benévola lectura de Miguel Pajares sobre la Encuesta de Población Activa, lo cierto es que la construcción, que perdió 560.330 afiliados a la Seguridad Social en 2008, ha dejado en la cuneta a miles de inmigrantes. Se calcula que, desde 2002, ellos ocuparon más del 50% de los puestos que creó el sector del ladrillo. Por eso, cuando la burbuja inmobiliaria explotó en 2008, el 85% de los que se dieron de baja en el régimen general de la Seguridad Social había estado empleado en el tajo.
Pero, con la excepción de la agricultura, todos los sectores incrementaron su volumen de desempleados extranjeros en 2008. El estudio 'Inmigración y mercado de trabajo' se detiene en cuatro actividades donde el peso de las mujeres es relevante: servicio doméstico, hostelería, empresas de limpieza y comercio.
El plan de empleo de Cruz Roja España también se resintió duramente en el primer trimestre del año: la cifra de personas que se colocaron gracias a él descendió un 53%. «Porque el número de empresas con ofertas cayó un 37% y el número de puestos ofertados, un 87%», explica Maika Sánchez.
Para recolocarse, los inmigrantes están dispuestos a lo que sea: cambiar de sector, de provincia... En este sentido, la 'Estadística de variaciones residenciales' apunta que en 2007 la movilidad geográfica de los extranjeros fue casi cuatro veces superior a la de los españoles. Pero, ¿dónde hay trabajo? La contratación de inmigrantes en origen, que se basa en las necesidades de los empresarios, ha caído a mínimos históricos. En el primer trimestre de 2009 sólo 6.947 personas se beneficiaron de la oferta; una cifra muy alejada de las alcanzadas en 2007 (178.340) y 2008 (136.000). Pese a todo, el estudio 'Inmigración y mercado de trabajo' detalla que todavía se necesita -aunque menos que antes- personal de almacén y carga y descarga, personal de vigilancia, conserjes y porteros, así como empleados para la hostelería, la atención a ancianos y dependientes, la limpieza y los servicios a domicilio, la gestión de impagos, la televenta... Por lo que respecta a la demanda de trabajadores más cualificados, ésta se centra en los especialistas industriales, como soldadores, torneros y fresadores, e informáticos. Entre los titulados superiores, destacan las ofertas para personal sanitario.
Aunque la recesión amaine, el modelo económico intensivo en mano de obra y dependiente del ladrillo ya no volverá. Y los inmigrantes -condenados tradicionalmente a los puestos más bajos de la pirámide, el 52,5% de sus pérdidas de afiliación en 2008 se dio en la categoría de peones- precisan formarse para cambiar de sector. Más ofertas de plazas en los cursos de formación ocupacional y una mayor ligereza en la homologación de títulos es la principal demanda de los colectivos afectados. El nicaragüense Octavio Sanabria, hoy profesor de instituto a punto de la jubilación, llegó a España en 1990 y trabajó dos años como conserje, el tiempo necesario para convalidar su título y sacar las oposiciones. «Casos como el del trabajador boliviano que perdido su brazo en condiciones precarias de trabajo sólo se podrán erradicar con la sensibilización de la sociedad de acogida y con formación, formación y formación», enfatiza.
Miguel Pajares, por su parte, insiste en que volveremos a necesitar a los inmigrantes. «Dentro de diez años perderemos población activa a un ritmo aceleradísimo. Entonces, el efecto de las jubilaciones de la generación del 'baby boom' ni siquiera se podrá paliar con la inmigración. Les necesitaremos más que nunca», explica.

Fuente: Lasprovincias.es

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